El episodio de Will Smith en la gala de los Oscar, golpeando al presentador Chris Rock por un comentario que hizo sobre su mujer, Jada Pinkett, es cuanto menos significativo del nivel de hartazgo en el que nos encontramos como sociedad.

Se nos dice que el comentario fue machista y desafortunado: “Jada, te quiero. Espero verte en la teniente O’Neil 2”. Eso no justifica pero sí se entiende la reacción furibunda de Smith, ya que Jada padece una enfermedad que le provoca la alopecia. ¡Valiente idiotez! . Un cómico debe poder decir cualquier cosa para provocar la risa de los asistentes sin tener que medir sus palabras, lo contrario sería que actuara con miedo a que alguien del público le golpeara en cualquier momento.

El episodio es profundamente deplorable y para mí el único responsable es el agresor.

Dicho esto, que no deja de ser una anécdota, en la sociedad hay hartazgo y desesperanza. La gente resopla por lo difícil que se está poniendo la vida y no hay lugar para el humor.

En esta época post-covid, hay muchísima gente con secuelas psíquicas y es importantísimo recuperar el humor para seguir adelante.

Aunque no tengamos motivos para reírnos, la libertad de expresión es fundamental en una sociedad libre y democrática. Es un derecho fundamental, no una entelequia de juristas. Decir absolutamente cualquier burrada en público no debe suponer jamás la utilización de la violencia. Esto es de sentido común, parece mentira que haya que defenderlo en pleno siglo XXI.

Sale un presentador; en un acto público y hace comentarios soeces, machistas o lo que se quiera. Se le criticará, se le sancionará o no se le volverá a llamar, pero jamás, jamás se debe llegar a la agresión física. Y desde luego no se puede justificar la conducta del agresor. Esa justificación de la violencia es lo que no puedo entender en ningún caso.

La ceremonia de los Oscar había sido siempre un altavoz para las reivindicaciones más legítimas, como cuando Marlon Brando envió a una chica india a recoger su Oscar por El Padrino, para apoyar a los nativos americanos; la lucha contra el SIDA o el movimiento ME TOO.

Ver esta agresión por parte de Will Smith y su posterior discurso de aceptación del Oscar que fue patético, intentando justificarse, haciendo un paralelismo con su personaje; es un indicio más de que estamos ante una sociedad occidental cansada, acomplejada y carente de grandes ideas. Hace falta que nos reiniciemos, eso sí, sin perder el humor.