La Pascua en Mallorca es algo especial. Sobre todo en los pueblos, se vive de una manera intensa. Con el buen tiempo, la gente tiene ganas de salir y disfrutar. En Alaró por ejemplo, el día de Pascua hay una marcha increíble en la plaza del pueblo. La Pascua es alegría.
Alegría es lo que necesitamos. Salir de casa y relacionarnos. ¡Que vuelvan las procesiones y las tradiciones en general! ¡Cristo resucitó, aleluya!
Aparte, las vacaciones de Pascua, marcan en Mallorca el principio de la temporada turística y en definitiva de la reactivación económica, tan necesaria este año.
Escribo estas líneas para reivindicar que debemos encarar el futuro con optimismo. Vivimos en una isla paradisiaca, cara eso sí, pero que ofrece muchas oportunidades de trabajo y ocio. En el mundo hay pocos lugares como Mallorca, a nivel de seguridad, nivel de vida y sobre todo por las extraordinarias condiciones meteorológicas.
Los problemas para la gente sencilla son grandes pero en la Isla lo parecen menos. Baleares, si tuviera un régimen fiscal propio y ventajoso se convertiría en un verdadero paraíso, pues la inversión se multiplicaría y llegaría a toda la población; Pero ello no interesa al gobierno central que aboga por la mal llamada solidaridad entre regiones, cuando lo que hay que hacer es explotar cada región según sus cualidades y capacidades con un modelo propio de financiación y fiscalidad; El gobierno central se erige como protector del estado del bienestar, homogeneizando todas las regiones de España, con lo que se pierde capacidad de atraer a los inversores.
Madrid está intentando diferenciarse en este sentido y pienso que Baleares debería hacer lo mismo. La receta es sencilla, menos impuestos y menos administración atraen la inversión, eso es así aquí y en todos sitios.